"En las ruinas del Castro de Las Merchanas resuenan los ecos de un esplendor cada vez más lejano. El coraje y la tenacidad de una cultura que se resiste a caer en el olvido todavía impregan la atmósfera. Las piedras hablan, y cuentan una historia de lucha, dolor y sangre. Hoy, más de 2000 años después, este lugar todavía les pertenece"
Dice el lema que Castilla y León es vida. Y es cierto, es vida, cultura, paisajes, naturaleza, y, sobre todo historia, mucha historia. Una estupenda forma de conocer parte de la biografia de esta tierra (y por ende del mundo entero) es la marca Territorio Vetón. Bajo esta denominación se agrupan una serie de yacimientos arqueológicos pertenecientes a pobladores prerromanos de cultura celta: los vetones, un pueblo de cazadores, guerreros y ganaderos que habitó la antigua Iberia hace más de 2500 años. A través de una serie de publicaciones pretendo mostraros parte de su legado. La visita al Castro de Las Merchanas es una excelente forma de iniciar este viaje a la historia de nuestros antepasados.
El castro se encuentra a orillas del río Camaces, en el municipio de Lumbrales, todavía dentro de los límites del Parque Natural Arribes del Duero. Su origen se remonta al siglo VII a.C. y recorrer la ruta que lo bordea es sin duda uno de los grandes atractivos que nos ofrece esta zona salmantina.
La visita comienza en el aparcamiento que da acceso a este. En él, nos encontramos la primera de numerosas paradas: una escultura que lleva por nombre "Somos los que damos". Obra de Juan Vicente Sánchez, está dedicada a las personas que aportan al bien común lo que son o lo que tienen, en especial a los descendientes de la familia García Comerón, que en 2004 donaron los terrenos en los que se ubica este castro por el precio simbólico de 1 €.
Izquierda: Somos lo que damos de Juan Vicente Sánchez (Castro de las Merchanas)
Derecha: Estela que nos da la bienvenida al lugar. En realidad es un iconoscopio
en el que se pueden ver imágenes del lugar (Castro de las Merchanas)
en el que se pueden ver imágenes del lugar (Castro de las Merchanas)
Dejamos atrás el aparcamiento y continuamos por una preciosa calleja de piedra que discurre a la sombra de incontables encinas. Tras los muros se alzan los restos de numerosos chozos (un tipo de construcción muy típica en esta zona).
La calleja nos conduce al Mirador del Castro, un fantástico rincón que nos ofrece una bella panorámica del Castro de las Merchanas.
El mirador del Castro de las Merchanas. Durante la ruta dispondremos de infinidad de recursos (paneles, juegos, telescopios...) para disfrutar todavía más de este paraje. |
Molino del tío Justo (Castro de las Merchanas) |
La ruta sigue a la otra orilla del Camaces, el cual salvaremos cruzando un pequeño puente que nos conducirá a la puerta de entrada al Castro.
Frente
a la muralla, uno se da cuenta del tamaño colosal del poblado. Resulta
difícil imaginar que este lugar habitado ahora tan solo por el silencio,
haya sido durante siglos (se dice que estuvo poblado desde el VI a. C.
hasta el V d. C.) el hogar de miles de almas olvidadas. Llama la
atención la forma de embudo (en enviaje) para acceder al interior de
este. Nada es casual, los vetones diseñaban entradas anchas al principio
y estrechas al final para favorecer la defensa. Desafortunadamente para
ellos, el método no fue muy efectivo y cuando el lugar fue conquistado
por los romanos la puerta fue remodelada con todo lo que pillaban a mano
(estelas funerarias incluidas).
Muralla exterior del Castro de las Merchanas. Hasta 2005 se ocultaban bajo un espeso manto de vegetación. |
Al otro lado de la fortificación el viaje al pasado continúa, y pronto nos daremos de bruces con la siguiente parada: el muro romano, una pared de algo más de 3 metros de altura que probablemente sea el único resto de algún antiguo edificio público romano.
El muro romano es el único que queda en pie de la antigua ciudad. En sus cimientos se han localizado fragmentos de esculturas de mármol de origen italiano. (Castro de las Merchanas) |
Desde el muro, el camino se bifurca en dos direcciones. El desvío más interesante, y de mayor dificultad, consiste en una pequeña senda al abrigo de viejas y retorcidas encinas. No muy lejos, a la sombra de sus hojas, descansa uno de los misterios más inciertos del castro: el Ferrari, un enigmático grabado conocido así por su semejanza a un Fórmula 1.
El Ferrari. (Castro de las Merchanas). Para que el grabado se vea con mayor claridad lo he "photoshopeado" tomando como base una placa que existe junto a él y superponiendo capas. |
Campo de piedras hincadas (Castro de las Merchanas) |
Finalmente, y para terminar el recorrido, junto al campo de piedras hincadas, guardando la puerta vetona que aquí se halla, se alza el símbolo de la cultura vetona: el verraco. La escultura que define un pueblo que hoy lucha por no caer en el olvido.
Verraco (Castro de las Merchanas). Aunque el animal pasó algunos años en la plaza del mercado de Lumbrales, finalmente, tras ser restaurado, volvió a su lugar de origen. |
Mirador del Pocito Manzano (Castro de las Merchanas) Para llegar a él debemos tomar un "camino" cercano al mirador del Castro. |
Panorámica desde el mirador de Pocito Manzano (Castro de las Merchanas) |
El Camaces desde el mirador del Pocito Manzano |
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