miércoles, 19 de agosto de 2015

El mirador de Las Janas en Saucelle: El espejo de Las Arribes

En Saucelle, a poca distancia de su centro urbano, existe un bello mirador enclavado en pleno corazón de Las Arribes. Conocido como "Las Janas", está situado sobre el impresionante puerto de La Molinera y ofrece al que hasta allí se acerca una inolvidable visión del Parque Natural Arribes del Duero que sin duda permanecerá grabada en la retina del visitante por un largo tiempo.

Mirador de Las Janas (Saucelle)
Desde su atalaya, uno puede contemplar de forma extraordinaria el bello paisaje típico de la penillanura salmantina, en el que destacan sus característicos afloramientos rocosos en forma de berrocales y grandes bolos de granito alternados con pastizales, matorrales y montes adehesados de roble melojo (Quercus pyrenaica), encina (Quercus ilex) y quejigo (Quercus faginea).

Mirador de Las Janas (Saucelle)
Panorámica desde el mirador de Las Janas (Saucelle)
Pero sin duda el verdadero espectáculo natural es el encajonamiento de los ríos Huebra y Camaces en su camino hacia el Duero, que forma un profundo valle en el que destacan numerosos saltos de agua, como la bella cascada del Cachón de Camaces.

Panorámica desde el mirador de Las Janas (Saucelle)
No menos espectaculares resultan las vistas que desde este mirador se tienen del puerto de La Molinera, desde donde podemos observar cómo la estrecha y serpenteante carretera que discurre a través del puerto se desliza por el bello paisaje y se dirige hacia las localidades vecinas de Lumbrales e Hinojosa de Duero.

Un ave rapaz sobrevuela la Casa de Los Camineros en el puerto de La Molinera (Saucelle)
Y esto no es todo. Para contemplar el espectáculo en su totalidad, uno debe alzar la vista hacia los cielos, pues en ellos es común el vuelo de numerosas aves rapaces como el milano real (Milvus milvus), el milano negro (Milvus migrans), el alimoche (Neophron pernopterus), el buitre leonado (Gyps fulvus) o el águila real (Aquila chrysaeteos) entre otros. No es de extrañar, por tanto, que este extraordinario rincón se clasifique como Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) desde el año 1991.

Mirador de Las Janas (Saucelle)
Las buenas noticias para los amantes de las aves y de la naturaleza en general no terminan aquí. En la zona, a pocos metros de la elaborada atalaya, existe un magnífico observatorio de aves, muy próximo a un muladar (lugar donde se depositan los restos de animales domésticos para que sean devorados por las aves carroñeras), desde el que es posible obtener un asiento privilegiado para observar el comportamiento de estos animales necrófagos.

Observatorio de aves (Saucelle)
Observatorio de aves (Saucelle)

En el interior del observatorio de aves de Saucelle tenemos una gran cantidad de información a través de diferentes paneles

Sin duda, el mirador de "Las Janas" es un impresionante rincón que no puedo dejar de recomendar y que de seguro enamorará al que lo visite. Para abrir boca os dejo algunas fotografías (tomadas con cámara compacta) que he podido captar en mis diferentes visitas a este bello espacio. Espero que os gusten.

Buitre leonado desde el mirador de Las Janas (Saucelle)
Surcando las nubes
Dominando los cielos castellanos
Sobrevolando el puerto de La Molinera
Volando libre
Buitre leonado planeando sobre el puerto de La Molinera
Atardecer en tierras salmantinas (Saucelle)
Buitres descansando (Saucelle)
Hasta 16 buitres leonados he logrado contar en esta fotografía realizada cerca del mirador de Las Janas (Saucelle)
Por último, os dejo su ubicación en Google Maps. El lugar es fácilmente accesible en coche y está habilitado para que pueda ser disfrutado por personas de movilidad reducida. ¡Un saludo!

martes, 11 de agosto de 2015

El Poblado del Salto: Una joya a los pies de la presa de Aldeadávila

«No lo busque dentro de un baúl. Este tesoro no es de oro ni de plata. No le proporcionará riqueza, pero le hará sentir extraordinariamente afortunado. Es un tesoro para el alma y los sentidos. Un tesoro enclavado entre enormes y escarpados precipicios que asoma su rostro hacia las bellas y sosegadas aguas del Duero. Un tesoro de paz y libertad. Un tesoro conocido como Poblado de La Verde».


Arribes del Duero. Agosto del 2015. 

Me subo a la bici y doy la primera pedalada. La pantalla del ciclocomputador indica que son algo más de las 15:30. Hace calor. El cielo luce totalmente limpio, si acaso alguna nube despistada corretea por el azul y brillante firmamento. Estoy en la senda GR-14 recorriendo el antiguo camino que conduce de Vilvestre a Mieza. Me dirijo al Poblado del Salto de Aldeadávila, a unos 20 kilómetros de donde ahora me encuentro. En el arenoso suelo, como recuerdo de mis anteriores salidas, permanecen dibujadas las huellas de mis viejos y cansados neumáticos.


Llego a Mieza. Me deslizo a través de algunas estrechas y frescas callejuelas. A ambos lados de la calzada numerosas flores penden de los bellos balcones en las pequeñas casas de piedra e inundan el ambiente con su perfume.


Dejo atrás Mieza y con ello el dulce aroma. Pedaleo a lo largo de una carretera que discurre entre un enorme manto bordado de una dorada y fina hierba que es mecida por el viento. A través de una serie de leves subidas y bajadas cruzo el mar de oro. Alcanzo una bifurcación. Tres opciones: al frente, la Zarza de la Pumareda; a la derecha, la carretera general; el de la izquierda carece de señalización. Es el que lleva al tesoro.


Ahora la carretera pica hacia abajo. Me lanzo rápidamente por el irregular asfalto. 30, 40, 50... La velocidad aumenta vertiginosamente en el cuentakilómetros. A medida que desciendo por la larga y serpenteante carretera el paisaje cambia. La vegetación, ahora mucho más espesa, se difumina a ambos lados.


El pavimento mejora. Circulo entre enormes acantilados tapizados de verde. Numerosas aves rapaces dibujan círculos sobre mi cabeza. Un fuerte viento de cara intenta poner freno a mi raudo descenso y me obliga a estar alerta. A la diestra, amenazantes salientes rocosos se proyectan en algunos puntos hacia la carretera. A la siniestra (y nunca mejor dicho), se dibuja una larga y empinada caída hacia el fondo del valle. Un pequeño error y las cosas se pondrían feas.


Disfruto la bajada tratando de guardar en mi recuerdo cada uno de los metros que recorro: los viejos ejemplares de olivos, robles, encinas y pinos a ambos márgenes de la vaguada, el calor que desprenden las paredes de granito a mi alrededor, una solitaria y pequeña nube blanca que corona un gigantesco cantil que se alza al frente en lo que ya son tierras portuguesas... Sin duda este es uno de los mejores instantes que he vivido sobre una bici.


«Una curva, otra curva y el tesoro...» 

Tomo una cerrada curva a derechas y lo veo. A los pies de un precioso y escarpado valle descansa, junto a las aguas del Duero, el Poblado de la Verde. Al fondo, a mucha más altura de la que ahora me encuentro, se alza orgullosa la subestación eléctrica de Aldeadávila, tras la cual se encuentra la famosa presa (también conocida como salto) que lleva el mismo nombre. Decido que, antes de visitar el poblado, ese será mi primer destino, así que emprendo la subida.


Salto de Aldeadávila. Al fondo puede verse la subestación electrica

jueves, 6 de agosto de 2015

Centro BTT de Saucelle. Ruta 7: Camino del Molino de la Luisa

El despertador sonó muy temprano. Mañanear es la única forma de encontrar un oasis de frescura en este caluroso verano. Desayuné intentando memorizar el recorrido que aparecía reflejado en el ya desgastado folleto informativo del Centro BTT de Saucelle que tantas veces había visto estos últimos días. Me disponía a realizar la ruta 7, de algo más de 30 kilómetros y catalogada como de dificultad muy alta. Por suerte para mí esta pasa por Vilvestre y, además, al ser circular puedo iniciarla perfectamente desde aquí.


Comencé a pedalear en el momento en que los primeros rayos de sol acariciaban la superficie de estas tierras. El aire era fresco y no había nadie en el exterior. Demasiado tarde para los madrugadores granjeros y ganaderos, demasiado pronto para el resto de mortales, me dije a mí mismo. Me dirigí hacia la Plaza Mayor del pueblo, en cuyo centro, además de un enorme frontón, destaca un elaborado Rollo de Justicia del siglo XVI que servía en tiempos pasados para exponer a los reos a vergüenza pública y para mostrar los cuerpos de los ajusticiados. Sobre él descansa en la actualidad una cruz añadida posteriormente a una obra que dista mucho de ser aquel "pacífico" cruceiro que vi en su día.

Rollo de Justicia (Vilvestre)
Rollo de Justicia (Vivestre). La cruz fue un añadido posterior
Al cabo de unos metros abandoné el pueblo a través de una de sus innumerables pistas. El pavimento de fina y suelta arena seca se desplazaba rápidamente debajo de mí y se elevaba hacia los cielos en forma de una espesa nube de polvo que desde la distancia marcaba el rumbo que yo seguía. Un rumbo marcado por las rojas señales de ruta que indicaban el camino que debía seguir. Un camino, convertido ahora en sendero, que transitaba entre bellos ejemplares de encinas, a la sombra de los cuales descansaba el cansado ganado.


A continuación, la ruta se desvió a la izquierda por una estrecha senda tapizada por seca y dorada hierba y bordeada de enormes y erosionadas rocas graníticas. Descendí por ella, dirigiéndome hacia la parte baja del valle donde reposaba el molino. No lo veía, pero sabía que estaba cerca. El prado dio paso a un irregular y peligroso camino de enormes piedras que puso a prueba mi destreza con la bici. Mientras bajaba, pasé junto a un antiguo caño que hacía mucho que no albergaba agua en su interior. Cerca de él me esperaba el diminuto y bello molino.


Bajada al Molino de la Luisa (Vilvestre)
Caño próximo al Molino de la Luisa (Vilvestre)
El Molino de la Luisa es un antiguo molino harinero que se ubica junto al Arroyo de la Nava, un bello arroyo que deposita sus aguas en el Duero en un punto muy próximo al embarcadero de La Barca que os mostré hace algunos días. El molino, ahora restaurado, dejó de funcionar en la década de los sesenta y, aunque una gruesa puerta de madera nos impide el acceso a su interior, es posible contemplar su corazón a través de una ventana en la misma. Sin duda, es uno de los tesoros de Vilvestre. Un lugar de visita obligada.

El Molino de la Luisa (Vilvestre)
El Molino de la Luisa (Vilvestre)