jueves, 2 de julio de 2015

El Parque Lineal del Manzanares: En busca de los vestigios de la guerra civil

Todo se ha ido a la mierda.
Los primeros disparos resonaron con las últimas luces del día y se prolongaron durante esta asquerosa y fría noche de noviembre...
Todos están muertos y no creo que tarde en unirme a ellos.
Si tan solo tuviese una oportunidad...
El primero en caer fue el capitán.
Un tiro. Un muerto.
Así de fácil y rápido.

Estoy helado, atrapado sin munición en esta horrible cueva.
Desde un pequeño agujero en el techo puedo ver esta luna de muerte.
A ratos se ilumina el cielo.
Son las explosiones al otro lado del Manzanares.
¿Alguien me recordará?
Ojalá pudiese verla una vez más...
Cierro los ojos tratando de imaginar su sonrisa.
¿Me echará de menos?

Asquerosa y sucia guerra.
Suenan pisadas.
Se acercan.
No quiero morir.
Veo luces que dibujan sombras al fondo de esta galería.
Tengo miedo.
Esto es el fin.

Resulta imposible pensar que algo así haya sucedido en esta cueva en la que ahora me encuentro. El lugar está oscuro, lleno de moscas. El ambiente cargado. Avanzo por las galerías. De vez en cuando llegan sonidos del exterior. Son los trenes que circulan entre Madrid y Andalucía. Estoy en el Parque Lineal del Manzanares. Salí con la bici temprano para buscar el lugar en el que ahora me encuentro. El campo de batalla de uno de los episodios más violentos de la guerra civil española: la batalla del Jarama.

Volvamos al principio...

Domingo, 7:00 horas.

Suena el despertador. Desayuno rápido y preparo todo el material para partir. Me subo a la bici y salgo de casa. Son cerca de las 7:30. La pasada noche había leído acerca de unos restos de la guerra civil situados en el Parque Lineal del Manzanares, así que hacia allí me dirijo. Circulo sin complicaciones: a estas horas una buena parte de Madrid todavía duerme. El cielo está totalmente despejado y va a ser un día caluroso. Atravieso la verja que guarda el parque antes de las 8:00. Estoy en el Tramo 1.

El río Manzanares a su paso por el Parque Lineal del Manzanares

El Parque Lineal del Manzanares es un enorme y magnífico espacio natural que se extiende desde el cruce del río Manzanares con la M-30 hasta su desembocadura en el río Jarama, en el término municipal de Rivas-Vaciamadrid. Está divido en 3 grandes tramos:

El Tramo 1, que se extiende desde el Nudo Sur de la M-30 hasta el Nudo Supersur de la M-40 y en el que encontramos el espectacular parque urbano de Ricardo Boffil y numerosas instalaciones deportivas entre las que destaca la Caja Mágica.

El Tramo 2, que parte desde el final del Tramo 1 y se extiende hasta el límite municipal de Madrid. Tiene una extensión de algo más de 250 hectáreas sin urbanizar (ocupadas en su mayoría por huertos y tierras de cultivo) con un gran valor cultural, histórico, ecológico y paisajístico.

El Tramo 3 o Tramo del Parque Regional, que se prolonga desde el enlace del Tramo 2 por el sur con el Parque Regional del Sureste en Perales del Río (en el municipio de Getafe) hasta la desembocadura del Manzanares en el río Jarama.

Como os había dicho, me encuentro en el Tramo 1. Se me antoja imposible no recorrerlo y tomar unas cuantas fotografías del mismo antes de partir en búsqueda de los vestigios que me han traído hasta aquí. Por ello voy a visitar a la Dama del Manzanares, que se alza en lo alto de un cerro artificial denominado La Atalaya. Llego a ella en el momento en que los primeros rayos del sol acarician el rostro de bronce y acero de la enorme escultura (13 metros de alto y 8 toneladas de peso) del artista valenciano Manolo Valdés.

La Dama del Manzanares
Dejo el lugar y me dirijo a otro montículo situado a no mucha distancia de donde me encuentro. Corono su cima tras una larga y empinada cuesta. El cerro, al igual que el anterior, está construido sobre una antigua escombrera desde la que se puede contemplar una de las mejores panorámicas del bello "skyline" de Madrid y de la Caja Mágica. Tras capturarlas con la cámara estoy listo para dirigirme al Tramo 2, donde supongo que se encuentran los restos.

Madrid desde el Parque Lineal del Manzanares
La Caja Mágica
Parto hacia él pasando por el Parque de los Sentidos y el Anfiteatro al aire libre. Del último tomo una fotografía. No es fácil encontrarlo vacío. 

Anfiteatro en el Parque Lineal del Manzanares
Circulo ahora paralelo al Manzanares, el verdadero protagonista de este espacio. Un río que se esfuerza por lucir bello a pesar de todas las agresiones a las que veo que es sometido mientras circulo por sus orillas: una EDAR, algún que otro vertido ilegal, numerosos puentes que circulan sobre él y asientan sus feos y pesados pilares de hormigón en su lecho, canalizaciones artificiales que destrozan su dinámica... Y cómo no, la Caja Mágica... ¿No habría sido posible construirla unos metros más allá de las orillas del río?

La Caja Mágica (Parque Lineal del Manzanares)
Avanzo pensando en ello durante algunos kilómetros hasta llegar a un punto donde el Tramo 1 se interrumpe abruptamente. Lo abandono por un pequeño sendero de tierra que nace a mi izquierda y que asciende y me conduce al esqueleto de un antiguo y destartalado puente de hierro. A mis pies puedo contemplar el inicio del Tramo 2. El paisaje es seco pero la escena es realmente bella: el trigo se ondea con la brisa simulando ser un mar dorado. A su lado, por un pequeño sendero, circula una fila de ciclistas que se me antojan hormigas junto a un enorme océano de oro.

Parque Lineal del Manzanares. Tramo 2
Continúo. El sol reina ya en lo alto y el calor empieza a hacer acto de presencia. Desde hace un rato observo numerosas cruces de Santiago. Es el camino que conduce al Monasterio de Uclés (Cuenca), cuna de la orden religiosa de los Caballeros de Santiago. Una ruta que quizá algún día me anime a realizar. Paso junto a una vieja casa con porche blanco y un árbol aún más viejo que me hace olvidar que estoy a escasos metros de la bulliciosa y atestada urbe. 


Me desvío a la izquierda por una polvorienta pista. Apenas unos grandes cardos sobresalen entre la escasa vegetación. Continúo durante unos 150 o 200 metros, tras los cuales a mi derecha surge la primera de las cuevas, tallada en la frágil roca del enorme cerro amarillento.

Cueva en el Parque Lineal del Manzanares
Asciendo hacia ella. Las ruedas patinan debido a la grava suelta y la elevada pendiente. Finalmente consigo llegar a la entrada. Dejo la bici en la boca de la cueva y me adentro en su galería.

En el Parque Lineal del Manzanares. En el fondo se puede distinguir el Cerro de los Ángeles
El pasillo principal se divide en dos nuevos caminos que se separan en direcciones opuestas. Avanzo por uno de ellos con precaución. A pocos metros la galería vuelve a bifurcarse. Escojo el camino de la derecha y trato de memorizar mis pasos. Pienso en lo ridículo que sería perderse aquí. El pasillo es estrecho y oscuro. Ya no llega luz ni sonido del exterior. El choque a cada paso de las calas metálicas de las zapatillas de ciclismo con el suelo es lo único que resuena en el interior de esta cueva. Utilizo el flash de la cámara para poder ver algo. Me acuerdo de lo bien que me vendría la pequeña linterna que siempre llevo en la bicicleta. Disparo el flash. Compruebo la pantalla de la cámara fotográfica. En la imagen observo que el pasillo de la cueva se pierde a lo lejos, en la oscuridad. Calculo que tendrá algo más de dos metros de alto. El ancho no me permite estirar los brazos completamente. Imagino las escenas que se habrán vivido aquí. Demasiadas películas de Hollywood, me digo a mí mismo. Finalmente decido regresar sobre mis pasos.

Cueva en el Parque Lineal del Manzanares
Me alegra ver que la bici sigue en su sitio. Me subo a ella y desciendo nuevamente a la pista. La recorro en dirección contraria a la que me ha traído hasta aquí. Avanzo ahora al lado de las vías del tren, que se dibujan a mi izquierda como si de las cuerdas de una guitarra se tratasen, discurriendo en paralelo las unas de las otras. Al otro lado de las vías, el enorme cerro aparece agujereado en infinidad de rincones, como si enormes termitas habitaran en su interior. Son sin duda los restos que me han traído hasta aquí. Continúo algunos cientos de metros. Llegado a un punto cruzo un puente sobre las vías del tren que me permite pasar al otro lado de las mismas. Pedaleo ahora bajo la cresta del cerro. En algunos puntos el viento levanta grandes nubes de polvo sobre las que planean enormes aves rapaces que tratan de dar caza a alguno de los numerosos conejos que se cruzan de vez en cuando a pocos metros frente a mí. El paisaje está bastante degradado, pero la estampa me cautiva. Jamás había ido en bici por un sitio parecido.

Parque Lineal del Manzanares. Tramo 2
Hace rato que he salido de casa y el tiempo se me echa encima, por lo que pienso en dar la vuelta. No lo hago, y obtengo la recompensa. Ante mis ojos, en lo alto del cerro, surge de repente el lugar que yo buscaba. El mismo que había visto la pasada noche en fotos y que no es otro que la Cueva de la Olmeda, una gruta natural aprovechada por los milicianos de la República para montar algún tipo de puesto avanzado.

Cueva de la Olmeda. Parque Lineal del Manzanares
Desde mi posición a pie de pista, observo cómo en la cueva existen dos grandes aberturas a modo de dos enormes ojos. Son las troneras desde las que los milicianos dispararon sus armas para abatir a los enemigos que se acercaban por el valle del río a pocos metros de donde yo me encuentro. 

Cueva de la Olmeda. Parque Lineal del Manzanares
Decido ascender a ella. Me bajo de la bici. A todas luces es imposible subir por la empinada y resbaladiza pendiente. Procedo con cuidado y finalmente alcanzo la entrada. Dejo la bici en una gran columna de piedra que sirve de soporte entre las dos bocas de la gruta. Estoy exhausto, así que me siento en un pequeño e improvisado banco de piedra. Y pensar que hace apenas cuatro días la gente se mataba en este mismo lugar...

Cueva de la Olmeda. Parque Lineal del Manzanares


Saco algunas fotos y subo a la parte superior de la cueva, desde la que puedo ver perfectamente el río Manzanares a unos pocos metros y, lejos en el horizonte, alzándose en lo alto de una cima, el Cerro de los Ángeles, un lugar que tradicionalmente se considera como el centro geográfico de la Península y que es protagonista de algunos de los episodios más recordados de la guerra civil. Un rincón que todavía no conozco y que pronto pretendo visitar. Nuevamente disparo algunos fotos. Mientras lo hago escucho un fuerte ruido a mi espalda. Me giro y sobre mi cabeza pasa una enorme bandada de cigüeñas blancas, de lejos la más grande que he visto nunca. Por suerte tengo la cámara lista y eso me permite fotografiarlas.

Bandada de cigüeñas. Parque Lineal del Manzanares
Abandono la gruta. Pongo a prueba mi capacidad con la bici y consigo llegar abajo montado en ella. Ya me queda poco tiempo. A pesar de ello avanzo por la pista y llego a las ruinas de unas antiguas casas, posiblemente dedicadas a actividades agropecuarias en el pasado. 

Restos de viviendas en el Parque Lineal del Manzares

En sus ruinosos muros todavía se pueden sentir los ecos del pasado. Un pasado todavía muy presente en este Tramo 2 del Parque Lineal. Es la hora y debo volver, pero no podría hacerlo sin antes contemplar el verdadero espíritu de este parque, que no es otro que El Abuelo: un enorme olmo centenario que se alza lustroso y colosal y que ha sido testigo de muchos de los acontecimientos aquí narrados, los cuales son solo el comienzo de una serie de relatos sobre estos tesoros de la capital del reino.

El Abuelo. Parque Lineal del Manzanares
PD: El Parque Lineal es un magnífico espacio con muchísimos secretos que descubrir y que por sí mismo ya merecería una web. Afortunadamente esa web existe y se llama www.parquelineal.es Merece la pena visitarla.

2 comentarios:

  1. Magnífica descripción del Parque Lineal del Manzanares. Excelentes fotografías y muy bien contextualizado, aunque echo en falta la autoría de la cita inicial.

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    1. ¡Muchísimas gracias por el comentario! La cita inicial es cosecha propia ;) En el futuro espero dedicarle más entradas a este magnífico lugar. No conozco ni el 1% de todos sus secretos.

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