Era un soleado sábado de mayo. El reloj del cuentakilómetros marcaban poco más de las 14:30 horas y yo seguía dando vueltas con la bici sin rumbo fijo. Como otras tantas veces, acabé desembocando en el Puente de los Tirantes, situado a escasos minutos de la zona vieja de Pontevedra. A pesar del buen tiempo el tráfico era escasísimo y no había ningún alma. En los alrededores del Lérez la tranquilidad era absoluta y únicamente se veía perturbada por las vibraciones que el viento producía al oscilar los tirantes de un puente que en ese momento jugaba a ser arpa.
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Puente de los Tirantes (Pontevedra). El edificio de la izquierda es el Palacio de Congresos |
El punto en el que estaba era el inicio de la Senda del Lérez que tantas veces había recorrido y que finalizaba en la presa de Bora, a seis kilómetros más o menos de donde me encontraba. Revisé la mochila hasta dar con la cámara de fotos, que permanecía abandonada en ella desde la última salida días atrás. Comprobé la batería, la pantalla mostraba 2 líneas. Suficiente.